Hoy en día se reconoce que el glaucoma es la causa más común de ceguera prevenible e irreversible en el mundo. Se estima que esta neuropatía óptica crónica y progresiva afecta a 76 millones de personas de manera global, siendo el glaucoma primario de ángulo abierto (GPAA) el responsable del 12.3 % de la ceguera en el orbe. Clínicamente, el glaucoma se presenta como una atrofia adquirida del nervio óptico secundaria a la pérdida de células ganglionares retinianas y sus axones, que se acompaña de defectos campimétricos distintivos. Aunque el aumento de la presión intraocular (PIO) es un factor de riesgo significativo en el desarrollo del glaucoma, esta puede encontrarse dentro del rango de la normalidad hasta en un 40 % de los pacientes con GPAA. Sin embargo, el control de la PIO constituye el pilar del manejo del glaucoma en la actualidad.
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